Carta del colega Jorge Luis Amaya Reyes, Director de la Oficina de Autoevaluación y Acreditación de la UNDAC (recién encargado hace una semana) ...es indignante lo que sucede en nuestra institución...lean y opinen ...
SEÑOR, Dr. Ricardo GUARDIÁN CHÁVEZ
RECTOR DE LA UNDAC Y PRESIDENTE DEL HONORABLE CONSEJO UNIVERSITARIO.
SEÑORES MIEMBROS DE ESTE HONORABLE CONSEJO:
Estoy sumamente convencido de que la Universidad Pública Peruana se debate en una crisis estructural, basada especialmente en “La crisis del recurso humano”, en la falta de involucramiento para lograr la calidad como una adecuación del ser y quehacer de la universidad a su deber ser. Y este “deber ser” lo defino siempre como el tema de fondo que no es la evaluación en sí misma de la calidad, sino de crear procesos y buenas prácticas que garanticen una mejora continua de la calidad, fomentando valores y convicciones para poder generar una cultura organizacional con miras a consolidar una formación integral de nuestra juventud y compromiso ineludible con el desarrollo social. A esto le llamo “La gran ansiada acreditación” la que generará la máxima confianza hacia nuestros servicios y la satisfacción social frente a lo que decimos y hacemos.
Sin embargo, los disensos con que siempre camina nuestra institución, consolidan mis pensamientos plasmados en mis últimas publicaciones y que se demuestran por las desenfrenadas luchas por el poder, dejando atrás los objetivos institucionales, y consagrando intereses personales y de grupo.
Mi designación como Director de la Oficina de Autoevaluación y Acreditación ha conllevado avivar la polarización política en el constructo interno de los órganos de gobierno y que deteriora objetivos institucionales, lo que me involucra hacia una culpabilidad personal, de la cual no deseo seguir motivando. Más aún, la actitud cuestionable del Decano de la facultad de Educación, que sin tener conocimiento y capacidad para dirigir los destinos de esta facultad, emplea el tiempo valioso para estimular sus apetitos políticos, convocando a un consejo de facultad para azuzar a sus huestes, y denigrarme como persona y como profesional, estimulando a un grupo de irresponsables docentes para elaborar una moción en contra de mi designación como Director de la oficina de Autoevaluación y Acreditación ante el honorable consejo universitario, por el solo y simple hecho de haberles impedido designar a un miembro de su grupo como retribución a los favores electorales recibidos. Por lo que debo admitir que, la frontera entre el comportamiento canallesco y el comportamiento civilizado y respetuoso, es muy débil en nuestra institución
Es lamentable que los inconvenientes históricos y nuestra escala de valores y actitudes frente a la construcción institucional, sea uno de los obstáculos para consolidar una actitud valorativa de la meritocracia y avivar los gritos pedigüeños por retribución, y que la situación de nuestra universidad sea producto lamentable de errores muy profundos, de valores torcidos y de percepciones equivocadas profundizadas en la última gestión institucional y que nacen en el propio seno de la mediocridad y en las luchas intestinas para enquistarse en el poder. Estoy convencido de que nuestra institución podrá lograr su nuevo estatus, si contamos con autoridades líderes y recursos humanos calificados y competentes. Ninguna institución en el mundo ha logrado su calidad en manos de la mediocridad. Por ello que, partiendo por nuestra acreditación personal, la acreditación institucional se va haciendo cada vez más distante y la gran tarea política por cambiar de actitud no es la del que apaga las llamaradas una vez que el fuego se ha extendido, sino la de quien previene y evita los incendios. Pues, no se protege a la UNDAC sancionando éticamente a quienes corrompen sus funciones para priorizar sus intereses, sino blindándola contra las posibles transgresiones de la mediocridad e ignorancia.
Por tanto Sr. Presidente y Miembros del Honorable Consejo Universitario, una abstracta filosofía política, o mejor dicho, una melancolía política, me hace reflexionar y poner a disposición el cargo que se me ha encomendado. Mi único objetivo al haberlo aceptado, era netamente institucional, una forma de asumir un compromiso, porque somos parte del problema nos guste o no. Es fácil lavarse las manos y generar una asepsia moral cuando pensamos que somos contrarios a la gestión, sin embargo, no deseo deteriorar con mi presencia los avances de nuestra acreditación, al dividir opiniones y estar enfrascado en dirigir una oficina de acreditación frente a la desacreditación al generar actitudes políticas nefastas, imprudentes e impertinentes. Soy muy amigo de todos Uds., pero más amigo soy de mi institución carrionina y no deseo hacerle daño. Por ello que debo blindarla contra esas excesivas transgresiones, rogando a Dios que dé valor, capacidad y poder de identificación a nuestro Rector y a todos los miembros, para que los acuerdos del Honorable consejo Universitario arriben a consensos y no a disensos que deterioren a nuestra institución y que mi renuncia sirva para consolidar la meritocracia institucional. Este es mi gran anhelo.
Presento mi infinito agradecimiento a todos los miembros del honorable consejo universitario que han confiado en mi persona y mis respetos y disculpas a los que no comulgaron con esta designación. Sin embargo, debe quedar claro que, no solamente desde un cargo podemos identificarnos y contribuir al futuro de nuestra institución, desde cualquier humilde rincón siempre seré protagonista y no un simple espectador; seguiré luchando por la transformación de la UNDAC, ya sea con mi producción intelectual, con mis sugerencias, o como siempre lo he hecho, con mis críticas constructivas que son el gran alimento para nuestra acreditación.
Por último, deseo por su intermedio Sr. Rector, extenderle el informe al Decano de la Facultad de Educación y al Vicerrector Académico de nuestra institución, para decirle que, estoy sumamente orgulloso de proceder y de estar formado integralmente en mi alma mater UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO, institución republicana que desde 1824 viene forjando profesionales de alta calidad y competitividad académica y científica y que excluye taxativamente el principio chauvinista y endogámico que solo lo enarbola la ignorancia y la mediocridad.
MUY RESPETUOSAMENTE
Jorge Luis AMAYA REYES
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